La humildad. La última pieza que nos faltaba para construir el antiejecutivo, el antihéroe en esta película de liderazgos que todos creíamos haber visto cien veces y en la que ahora nos cambian el paso en pro de la innovación.
Hasta hoy, creíamos que la humildad solo servía para ocupar puestos de colaborador callado y eficiente, de personas que tenían que estar dispuestas a acatar decisiones de superiores (¿quizás confundimos humildad con sumisión?). Y ahora vemos como la humildad sube peldaños en la escala de valores del buen líder. Inquietante.
En un momento del libro So le dice a Tes: “Yo soy un ejecutivo de pura raza, criado en la escuela de la vida, acostumbrado a sobrevivir en la selva de los negocios, y quiero seguir siendo ejecutivo de grandes organizaciones.” Para So, la humildad no es una herramienta que le pueda ayudar a cumplir su objetivo, bien al contrario.
Tes insiste en la vital importancia de incorporar la humildad en la forma de hacer del líder, ¿por qué? Porqué la humildad nos ayudará a interesarnos por escuchar a nuestro equipo y nos permitirá crear el clima adecuado para que este comparta cómodamente sus puntos de vista. Con humildad seremos capaces de plantear preguntas cuyas respuestas puedan ampliar nuestro conocimiento para que nos ayude a tomar mejores y más consensuadas decisiones. Y aun así, esto no será suficiente.
Porqué no vale solo con plantear buenas preguntas a nuestro equipo, además tenemos que procurar que las respuestas que nos lleguen no golpeen contra los escudos de nuestra arrogancia, y esto sí que solo lo conseguimos con humildad.