Fran Chuan

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Defensa en el Siglo XXI: ¿y si innovamos desde lo civil?

Innovación en defensa desde lo civil

No dejamos de oír que la inversión en defensa debe aumentar, incluso hasta un 5% en los próximos años. Sin embargo, como experto en cultura e innovación, siento que estamos aplicando una lógica predictiva obsoleta. Pensamos: si en el pasado necesitábamos ‘X’ aviones o tanques, hoy necesitamos aumentar la cifra. La clave pasa por la innovación en defensa, algo que también puede venir desde lo civil.

Pero esto ignora un cambio fundamental: los medios de conflicto han evolucionado drásticamente. Piensen en los drones, la guerra cibernética o el poder de las redes sociales para generar opinión y desinformación. Ya no es solo una cuestión de hardware militar.

Una pregunta provocadora: ¿y si invertimos la lógica de innovación?

No soy un experto en defensa, pero sí en innovación. Por eso, quiero lanzar una idea disruptiva: ¿qué pasaría si, en lugar de innovar en defensa para luego aplicar en lo civil, innováramos primero en lo civil con aplicaciones directas para la defensa?

Imaginen destinar un porcentaje superior a la innovación civil, con el propósito explícito de que sus avances y desarrollos tengan un impacto directo y relevante en nuestra seguridad y defensa.

Historia que nos habla: innovaciones militares con impacto civil (y viceversa)

La historia está llena de ejemplos de innovaciones militares que han transformado nuestra vida civil. Es la prueba de que el flujo puede ir en ambas direcciones:

  • Tecnología y Comunicaciones:
    • Internet: nació como ARPANET, una red de comunicaciones militares.
    • GPS: creado para navegación bélica, hoy es indispensable en cada móvil.
    • Radar: desarrollado para detectar aviones, ahora nos ayuda en meteorología o en nuestros coches.
  • Transporte:
    • Jeep y todoterrenos: diseñados para el campo de batalla, adoptados por el uso civil.
    • Drones: de la vigilancia militar a la fotografía, agricultura o rescate.
  • Medicina:
    • Cirugía reconstructiva: grandes avances durante las guerras mundiales.
    • Técnicas de triage: clasificación de pacientes nacida en el frente.
    • Penicilina: su producción masiva fue impulsada por la necesidad bélica.
  • Materiales y Construcción:
    • Nylon y polímeros: de paracaídas a nuestra ropa diaria.
    • Microondas: un subproducto del radar militar.
  • Seguridad y Criptografía:
    • Criptografía moderna: raíces profundas en desarrollos militares.
    • Reconocimiento facial: de la vigilancia a la seguridad cotidiana de nuestros dispositivos.

Y estos son solo unos pocos ejemplos. Nos demuestran que la innovación no tiene fronteras estrictas entre lo militar y lo civil.

Aplicar la lógica interactiva a la defensa (con un ejemplo real)

En lugar de la lógica predictiva que mira al pasado, sugiero aplicar la lógica interactiva y las herramientas de la innovación civil a nuestra defensa.

Tomemos un ejemplo concreto. La OTAN revisa sus objetivos de capacidades cada cuatro años, basándose en escenarios geopolíticos. El actual (hasta 2029) se centra en el ciberespacio, amenazas híbridas y desinformación, además de las amenazas tradicionales.

Estos tres elementos (ciberseguridad, amenazas híbridas, desinformación) son de primera necesidad también en el ámbito civil: afectan a banca, instituciones, empresas y a la población en general.

Pensemos en la desinformación: si no la resolvemos, ponemos en riesgo nuestra calidad democrática, nuestras relaciones sociales y nuestra calidad de vida. ¿Cuánto estamos invirtiendo en una IA generativa confiable en sus respuestas y en su influencia?

Para garantizar una información de calidad, necesitamos invertir en innovación civil en áreas como:

  • Generación energética: las redes sociales y los servidores de IA son voraces. Innovar aquí aumentaría la eficiencia y reduciría nuestra dependencia energética de terceros.
  • Capacidad de computación: información depurada requiere gran cálculo. Invertir en esto nos daría autonomía y confianza.
  • Diseño y desarrollo de chips: crear nuestros propios «cerebros» para la computación. Esto fortalecería nuestra autonomía industrial.
  • Equipos multidisciplinares: tenemos el talento en España y Europa. Estimular esta colaboración podría convertirnos en un «Silicon Valley» distribuido.
  • Gestión de datos: tenemos datos abundantes; solo necesitamos filtrarlos y usarlos adecuadamente.

Si aplicáramos este enfoque, tendríamos ciudadanos mejor informados, probablemente menos radicalizados. Ganaríamos todos (o casi todos, porque siempre hay quien prefiere lo contrario). Y lo más importante: este conjunto de innovaciones civiles tendría, con muchísima facilidad, aplicaciones directas y vitales para la defensa.

Lo mismo podríamos describir para la ciberseguridad y las amenazas híbridas.

Mi conclusión: innovar para proteger al ciudadano primero

Este enfoque puede sonar ingenuo, pero es absolutamente factible. Si hubiéramos tenido este sistema de información robusto (no solo en IA generativa y redes sociales, sino en general), ¿habría sido tan fácil para un gobierno con malas intenciones interferir en elecciones o en la opinión ciudadana de otro país?

Cuando analizamos las amenazas para los ciudadanos, organizaciones e instituciones, vemos que se basan en el mismo principio que las de los países: cómo hacer las cosas de manera diferente para alcanzar una meta.

Históricamente, hemos innovado en defensa para vencer a otros, y luego hemos buscado aplicaciones civiles. Lo que yo sugiero aquí es un cambio de paradigma: innovar para proteger a los ciudadanos, y, luego, extrapolarlo al mundo militar.

Aunque I+D e innovación no son lo mismo, me gustaría recordar que en 2023, España invirtió 22.379 millones de euros en I+D (1,49% del PIB). Si aumentamos este porcentaje y lo aplicamos desde esta perspectiva innovadora, podemos soñar con resultados que redundarán en una mejor defensa para todos los ciudadanos, no solo militar.

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