Fran Chuan

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La caída de la hegemonía estadounidense: una cuestión de cultura

Hace años que los expertos advierten de la caída de la hegemonía estadounidense, una pérdida de poder que vendrá impulsada por su cultura.
Hegemonía cultura estadounidense

La vuelta de Donald Trump al poder ha dado el pistoletazo de salida a una guerra comercial y ha provocado que se muevan las fichas en el tablero de la geopolítica. Hace años que los expertos advierten de una caída de la hegemonía estadounidense y su cultura, imperante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y que ahora no deja de retroceder. Pero, el imperio estadounidense no va a caer por culpa de la economía, sino por culpa de su cultura.

El colapso desde dentro

Hace años trabajé para una empresa estadounidense y tuve la oportunidad de conocer de primera mano los rasgos más marcados en su cultura, que les han encumbrado y a la vez han sido su perdición.

  • Infantilismo: en el sentido más puro, se lo creen todo. Esa ingenuidad tiene un lado negativo, pero también uno positivo. Al no conocer límites, se atreven a todo. Esa falta de restricciones éticas, por ejemplo, es lo que permite que acepten sin cuestionar que redes como WhatsApp o Facebook rastreen nuestras búsquedas y conversaciones para enviarnos publicidad. A un europeo esto le parecería inaceptable, una invasión ética.
  • Arrogancia: se refleja en todo, incluso en el cine. En las películas taquilleras americanas, siempre gana el bueno, aunque sea irreal. Además, siempre aparece el patriotismo: ponen la bandera estadounidense en lo más alto. Sin embargo, esa exaltación del individualismo convive con actitudes sociales extremas, donde la desconfianza y la reacción desproporcionada ante situaciones cotidianas son vistas como parte del «carácter nacional».

 

Esta mezcla entre idealismo ingenuo y autosuficiencia absoluta también forma parte de su cultura. Hoy en día, esos rasgos —la infantilidad y la arrogancia— están destruyendo no solo la democracia interna de EE. UU., sino también sus relaciones internacionales, acelerando la caída de la hegemonía estadounidense. Y aunque aún parezca dominante, Estados Unidos ya no es la primera potencia económica del mundo.

 

¿Qué les hizo grandes?

Aunque fue esta misma actitud la que consiguió elevarlos a primera potencia mundial. Si miramos los libros de historia, este crecimiento se debió a unas condiciones que no necesariamente se repetirían hoy:

  • Un territorio fértil y rico en recursos naturales en el momento de su independencia.
  • La distancia geográfica que los mantuvo alejados de los bombardeos en las guerras mundiales, lo que les permitió industrializarse en paz.
  • Las dos guerras mundiales, que les beneficiaron económicamente. Se convirtieron en la «China industrial» de su tiempo, produciendo acero, camiones, armamento, alimentos… su PIB se disparó.

 

Después de esto, fueron inteligentes y supieron asentar su influencia con acuerdos comerciales y bases militares que aseguraron su presencia global. Pero todo esto se hizo también con arrogancia. Un dato revelador: en la Segunda Guerra Mundial, un soldado alemán mataba con 3 balas; un estadounidense necesitaba 36. Esa ineficiencia, típica de su forma de operar, se camuflaba bajo su narrativa de “héroes”.

 

Un futuro incierto

Hoy, el mundo observa si su democracia sobrevivirá. Si no lo logra, es probable que no sigamos hablando de 195 países, como en la película reciente de ciencia ficción “Civil War” o la serie con Robert De Niro “Día Cero”: historias que parecen premoniciones.

En conclusión, las mismas virtudes que hicieron crecer a Estados Unidos —su ingenuidad creativa y su arrogancia expansionista— podrían ser las que terminen por destruirlo desde dentro y den el toque de gracia a la caída de la hegemonía estadounidense.

 

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