Desde el nacimiento de la Innovación como disciplina y valor competitivo, cuando una organización ha deseado hacerse más innovadora, este objetivo se ha concretado y asociado a diversos departamentos: desde el I+D, el departamento de Calidad, el de Lean e incluso a la entidad propia de Innovación, reunida para ejecutar ese propósito autocumplido. Estos departamentos de Innovación que hemos visto nacer y crecer a lo largo de las décadas a menudo estaban vinculados a y dependían de otras áreas, como el departamento de Sistemas o la Dirección General. En resumidas cuentas, durante todo este tiempo hemos podido ser testigos de cómo los esfuerzos por innovar de las organizaciones han presentado dependencias jerárquicas y funcionales muy diversas.
Aun así, uno parece incapaz de recordar un solo caso en el que la innovación dependiera del departamento de Recursos Humanos. Y, sin embargo, la innovación exige…
- Aprendizaje y puesta en práctica de nuevas habilidades, como por ejemplo la lógica interactiva, técnicas de creatividad, o medición alternativa de procesos y resultados de innovación.
- Que los líderes desarrollen y pongan en práctica habilidades de estímulo de la curiosidad, la imaginación la creatividad y la experimentación.
- Disponer de espacios, métodos y herramientas diferentes a los empleados hasta el momento para generar resultados nuevos (la “nova action” en la que radica etimológicamente la palabra “innovación”).
- Una reestructuración de los horarios y las responsabilidades para incluir el tiempo necesario para las tareas vinculadas a los procesos de innovación (observación, reflexión, exploración, experimentación…).
- La redefinición de las remuneraciones para desvincularlas exclusivamente de los beneficios y la productividad.
Todas estas verticales que requieren de transformación para instaurar una auténtica Cultura de la Innovación en una organización dependen directamente de Recursos Humanos. ¿Por qué, entonces, la innovación ha estado tan alejada de este departamento, cuyo nombre más apropiado podría ser «Área de Liderazgo, Talento, Cultura e Innovación”? La respuesta es que, históricamente, la innovación ha sido un intangible absolutamente mitificado, en lugar de reconocido por lo que verdaderamente es: una consecuencia orgánica del trabajo humano. Para que esta consecuencia se dé, lo óptimo tampoco sería concentrar todos los esfuerzos y estrategias de innovación en una única área, aunque esta sea la de RR. HH. — lo ideal sería habilitar las estructuras y dinámicas (que, como hemos dicho, sí dependen de Recursos Humanos) para crear y estimular una Cultura que penetre todos los eslabones de la organización.