Imagina que creas una escuela y eres libre de desarrollar tus currículos académicos, tus materiales, tus contenidos y utilizar aquellos medios que mejor creas conveniente para una educación según tus criterios.
Si crearas tu propia escuela ¿Cuánto se parecería a lo que hoy podemos observar en las aulas de nuestro entorno?
Siempre que tengo la oportunidad hago esta pregunta a docentes, directores de escuelas, decanos y propietarios de centros educativos. Sucede que sus respuestas muy rara vez se parecen a lo que hoy es su realidad. Y cuando les pregunto el porqué de esa gran diferencia, la respuesta más habitual es que estamos condicionados por cómo medimos la educación, por unos exámenes que se han de aprobar y por unos títulos.
En un momento en el que, con gran celeridad, cada año se crean nuevas profesiones, impensables muchas hace muy pocos años, ¿de qué sirve enseñar tantos contenidos y en un formato como el de asignaturas?
Con la creciente especialización en cada área nos hace falta, más que nunca, aprender a combinar conocimientos específicos extraordinarios y muy concretos, con muchísima curiosidad e imaginación.
Sin embargo, sabemos que muchas veces el aprendizaje profundo de conocimientos mata la curiosidad y la imaginación, por lo que podría parecer irresoluble esta combinación: cantidad ingente de nuevo conocimiento / necesidad de conocimientos específicos muy especializados / estímulo enorme de la curiosidad y la imaginación.
Es un dilema que genera gran interés, recurrentemente, tal cómo puede indicar que este TED Talk de Sir Ken Robinson sobre educación sea el más visto con gran ventaja sobre el segundo. (https://www.ted.com/talks/sir_ken_robinson_do_schools_kill_creativity?language=es)
3 claves para una educación transformadora
Por ello la educación, en mi modesta opinión, debiera combinar estas 3 características, pero de una manera diferente.
- Estimular y mantener la curiosidad y la imaginación.
- Añadir la experimentación aceptando el error.
- Validar las conclusiones adquiriendo nuevos conocimientos específicos.
Y todo ello sabiendo que es imprescindible enseñar a buscar el conocimiento en los lugares adecuados y a desarrollar criterios de cribado y filtrado para que el aprendizaje obtenido tenga el valor diferencial que queremos.
Una enseñanza condicionada por una calificación es un reducto de la revolución industrial, con cerca de 2 siglos, que necesitaba filtros para descubrir el talento necesario para los procesos industriales. Hoy debemos enseñar para estimular revolucionarios que mejoren de manera radical la calidad de vida de todos los seres humanos de este planeta, tanto a corto plazo como a largo plazo, tal como hicieron en el pasado otros osados que facilitaron las anteriores revoluciones industriales, sociales y tecnológicas.
Por tanto, la pregunta que quizás deberíamos hacernos es: