Aproximarse a la innovación puede parecer una gran hazaña si se mira desde lejos. El término está ligado a grandes hitos de la humanidad como la invención de la rueda, la imprenta o las vacunas, pero desmitificar la innovación te puede acercar a ella.
Sin embargo, adentrarse en la innovación con grandes reverencias es un gran error: hay que ser creativos, pensar en cosas grandes y puede que, hasta un poco absurdas, no importa. La cuestión es salir de lo establecido y pensar más allá, jugar forma parte de innovar: necesitamos desmitificar la innovación.
El mito de la innovación
Gran parte del mito de la innovación se debe a la incomprensión del término por una falta de la definición precisa dentro de las organizaciones. Aunque el término innovación es ampliamente utilizado y aceptado, pocas empresas han dedicado el tiempo necesario para establecer una definición propia y concreta que sea comprensible y aplicable en su contexto.
Algunas empresas que se consideran innovadoras y tienen definiciones corporativas del término, pero luego no todos los empleados la interpretan igual, no existe un consenso al respecto.
Esto indica que el concepto no está estandarizado y, en muchos casos, ni siquiera está alineado dentro de la propia organización. Es común que los empleados, incluso los directivos, no compartan una visión clara sobre qué significa la innovación para su empresa. Algo que también pasa con otros conceptos fundamentales como la misión, visión y valores de una organización.
Para superar esta barrera, es fundamental que cada organización establezca su propia definición de innovación, adaptada a su contexto, objetivos y necesidades. Esto permitirá que todos los miembros de la empresa tengan claridad sobre lo que significa innovar y cómo pueden contribuir a ello.
Desmitificar la innovación, un trabajo continuo
Existe una idea errónea muy extendida de que la innovación solo ocurre cuando se crean productos o servicios completamente nuevos y revolucionarios. Esta concepción limita la capacidad de muchas organizaciones y sus miembros para innovar, ya que sienten que solo los grandes cambios son válidos.
La innovación no está necesariamente vinculada a la novedad absoluta, sino de la “nueva acción”. La innovación también pueden ser pequeños cambios, mejoras constantes que generan un impacto positivo.
Aceptar que la innovación también se logra a través de pequeños cambios progresivos permite que más organizaciones se involucren en el proceso innovador sin la presión de tener que generar grandes revoluciones.
Error en el enfoque: pensar en grande, pero actuar en grande
Una de las frases más conocidas en el ámbito empresarial es «piensa en grande, actúa en pequeño«. Sin embargo, muchas organizaciones interpretan mal esta idea y terminan actuando en grande desde el inicio, lo que conlleva mayores riesgos y dificultades.
Esto es un problema, ya que, si se cree que la innovación solo ocurre con grandes cambios, se tiende a planificar proyectos demasiado ambiciosos sin una ejecución progresiva.
Este enfoque progresivo permite minimizar riesgos, aprender de cada cambio y rentabilizar cada mejora antes de dar el siguiente paso. Aplicar este principio en la innovación empresarial ayuda a lograr avances sostenibles y efectivos a lo largo del tiempo.