Procrastinar no es malo en sí mismo si se trata de algo trivial o de bajo impacto. Pero lo importante, no debiera posponerse para otro momento. Debiera ocupar un espacio en nuestra agenda. Un indicador de que hemos pospuesto en demasía algo importante es que nuestra organización está en crisis. Y, lo siento, pero si una organización está en crisis es probablemente, porque alguien más hizo lo que debiera haber hecho la organización.
En ocasiones escucho que es todo un sector el que está en crisis. Y aquí la reflexión es que, si realmente un sector está en crisis, es probablemente, porque otro sector o tecnología hizo lo que debiera haber hecho ese sector.
Innovar no se puede posponer, debe estar en la agenda de toda organización, en la agenda de todos los líderes. Sin innovar, sin pensar en el medio y largo plazo, y actuar en consecuencia, es muy probable que nuestra organización entre en crisis más pronto que tarde.
Si una organización todavía no está en esa situación de urgencia (buenas noticias) y desea provocar un sentido de urgencia para detectar amenazas y mejoras, hay diversos caminos que se pueden tomar. Uno muy sencillo es reunir a un colectivo heterogéneo de niveles jerárquicos y funciones e imaginar un futuro a medio plazo, por ejemplo 3 años, donde nos vemos en una situación simulada de crisis, por ejemplo, de que estamos cerrando la organización, y entonces preguntarnos ¿Qué nos ha llevado a esta situación? Todos esos argumentos, sean exógenos o endógenos son focos sobre los que deberíamos actuar, de una u otra manera.
El objetivo es que nadie más haga lo que nuestra organización debiera haber hecho.
Así podremos seguir celebrando éxitos y aprendizajes muchos años.