Lo que estamos viviendo a consecuencia del Covid-19 es una disrupción, que ha generado incertidumbre y ambigüedad. Características específicas del ámbito de la innovación. Es por ello por lo que las organizaciones que gestionen estas características de manera acorde a las reglas de la transformación que toda innovación genera pueden salir en mejores condiciones de como entraron.

Tomamos el modelo Rao-Weintraub como referencia.

En estos momentos de transformación la mayoría de las organizaciones ponen demasiado foco en el bloque de los Resultados, que agrupa 3 perspectivas; los resultados externos, los corporativos y los individuales, lo cual es normal y natural, ya que es de los resultados de lo que viven las organizaciones de cualquier tipo y los individuos que las componen.

Sin embargo, una vez que ven que no pueden optimizarlos, ajustarlos e incluso mejorarlos; o bien cuando los resultados empiezan a fallar, las organizaciones ponen muchísimo foco en los procesos. La forma en la que se hacen las cosas, los procedimientos internos, las certificaciones de calidad, la optimización de recursos, etc.

Esta súbita disrupción nos ha llevado a poner a prueba muchísimas reglas de juego internas, procesos, juicios y prejuicios; obligándonos a poner el foco de atención en la descentralización, la virtualización, la asincronía.

El resultado a esta situación no ha sido más que universalizar algo que ya ocurría normalmente, y es que cuando ni el análisis, ni el ajuste en el ámbito de los resultados es suficiente, la empresa empieza a preguntarse qué sucede con las personas. Desafortunadamente, esta pregunta no siempre se hace.

¿Qué hacemos cuando todo falla?

En circunstancias normales y en base a intuiciones, juicios y experiencias del pasado, se realizan formaciones en nuevas habilidades y herramientas, y se reemplazan o reestructuran equipos. Sin embargo, cuando estas acciones y cambios no se plasman en resultados, pocas son las organizaciones que ponen algo de foco en el ambiente, el clima, la cultura … las reglas “no escritas” de la organización, la vivencia día a día de las personas que habitan en ella, los espacios físicos y el bienestar emocional. 

Lo menos habitual es poner el foco en las personas, en sus talentos y capacidades (conocidos o no), en el clima, en el gap entre el talento latente y el observable, en las aportaciones de todos y la ejecución de muchas pequeñas mejoras con mucho foco, para impactar en los resultados.

La Cultura se asienta, como definieron Rao-Weintraub en su modelo, en 6 Bloques:

6 bloques que hemos de conocer a fondo, ya que es difícil actuar sin datos. Por ello es fundamental diagnosticar las culturas, pues los resultados vienen de la mano de la cultura. Y diagnosticar y conocer la cultura de la organización debe ser una prioridad de cualquier organización.

La secuencia suele ser: resultados-procesos-recursos-valores-conductas-clima.
Y debiera ser: valores-conductas-clima-recursos-procesos-resultados.

Hoy es, más que nunca, tiempo de personas, de equipos, de mejora continua, de agilidad y de transformación.

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